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Tengo pasmado el corazón; el miedo me domina; el crepúsculo que tanto amo, ahora me llena de espanto. De pronto, mientras se ponía la mesa y se disponían a comer y beber, los príncipes se levantaron y tomaron sus escudos. Y es que el Señor me dijo:

«Anda, pon un centinela que te informe de todo lo que vea.»

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